El sacrificio...

Corría desesperadamente, escapando de las sombras que lo perseguían. Por que él no significaba nada para ellos, querían llevar su vida a término.

Sus brazos lastimados: uno gravemente perforado y ensangrentado. Su cara llena de raspones y sus heridas antiguas profundamente abiertas. Su mirada estaba teñida de rojo, sólo podía ver nubarrones ardientes que quemaban sus ojos, pero no le importaba, alejarlos de su amada era la prioridad que buscaba.

Oía su corazón latir en sus oídos.

"Que no la tocaran por favor" "Ella es todo lo que me importa en este mundo" "Siganme animales, siganme a su tumba".

Sus pasos se volvían torpes, los pasos de los enemigos se acercaban velozmente. Decidió detenerse y enfrentar su fatal final.

"Vengan malditos".

Un corte rozó su pierna y lo hizo perder el balance ante la herida que le causó. Su respiración era pesada, ya había perdido mucha sangre.

Los enemigos sonreían de manera malévola.

-Ella ya está muerta.- le dijeron.

El corazón del muchacho se tornó en un centenar de cenizas bañadas en llanto. Ya nada valía la pena, ya nada tenía sentido. Ella era todo lo que le importaba, quien lo hizo sentirse querido, quien le enseñó que valía algo... quien le devolvió la vida que jamás pensó que hubiese existido.

El muchacho se levantó con la mirada perdida y los ojos bañados en lágrimas.

Hubo una pausa infinita de silencio.

Y de repente el muchacho sonrió y una gran esfera brotó de su pecho haciendo que todo a su alrededor desapareciera.

Una cortina de polvo caía lentamente al igual que el cuerpo del muchacho. Sus ojos, a los cuales la vida parecía abandonar, pudieron observar a su querida y amada corriendo hacia él. Sintió su cuerpo junto al suyo, acariciándo su maltrecha existencia... sus últimos momentos.

Hubo un sonido en el aire, un breve quejido y la mano de la muchacha se volvió tieza. Poco a poco, y ante el horror del muchacho, vió a su amada caer junto a él con una expresión carente de vida y a un maldito sonriendo ante su obra.

-Vayan juntos.-